El nuevo Camp Nou, el proyecto más ambicioso del Barça de las últimas décadas y, probablemente, la obra más trascendental de los próximos 50 años, ya tiene el visto bueno de los socios, propietarios de un club pasional y ciclotímico en el que todo se discute y cuestiona. Ahora se debatirá sobre la participación (votó el 31,65% de la masa social) y los 9.589 votos negativos (el 25,55%), pero la junta directiva que preside Josep Maria Bartomeu ha superado la primera gran reválida tras la dimisión de Sandro Rosell. Sin grandes alardes, pero con buena nota.
El 72,36% de los socios ha dado luz verde a la renovación del Camp Nou, un estadio que ha sufrido un gran deterioro en los últimos 20 años y que no cubre las necesidades del segundo club que mueve más dinero. Sin restaurantes ni zonas lúdicas que multipliquen los ingresos, el actual campo tiene demasiadas barreras arquitectónicas y resulta incómodo en días de frío y lluvia. Un resultado desfavorable hubiera tenido unas consecuencias fatales para la junta directiva y, a medio plazo, también para la entidad.
La actual junta debe asumir ahora todos los compromisos adquiridos. La financiación del nuevo Camp Nou, del ‘Espai Barça’ y del nuevo Palau (600 millones de euros en total) será complicada, pero las cartas están marcadas. Los afiliados del club esperan ahora un proceso transparente que concluirá en 2021. Entonces, los socios disfrutarán de mejores servicios y mayores comodidades sin derramas ni incrementos en sus abonos.
El resultado del referéndum legitima a una junta directiva que ha padecido un gran desgaste en una temporada demasiado turbulenta. No obstante, uno de cada cuatro socios, como mínimo, parece no sintonizar actualmente con la dirección del club. Bartomeu, presidente no electo, ha superado el primer corte.